Cuando las Fiestas del Pino van quedando ya en el recuerdo; cuando las impertinentes primeras lloviznas terorenses hacen brotar la otoñada y el musgo cubre las paredes de las casonas del pueblo; cuando el Rancho de Ánimas baja desde Arbejales en renuevo constante de su tradición; cuando todo en Teror huele a tierra húmeda y pan de hogar;… el aire, la llovizna, el musgo, el Rancho y el pan preludian ya la cercana Navidad.
La Navidad terorense, como la de toda Canarias, era un evento marcado secularmente no sólo por las tradiciones y fiestas religiosas que la singularizaban y definían, sino además por otras muchas de carácter cultural que la hacían única, peculiar y culturalmente interesante. Todo cambiaba, desde los ritos familiares a la comida, desde el olor de las cocinas hasta los juegos infantiles, desde la liturgia al folclore, todo era diferente esos días.
He querido este año, como culminación de un año caracterizado desgraciadamente por una fuerte crisis económica que ha afectado a muchas familias de nuestra tierra, de nuestro pueblo y por la desdicha del accidente de la pirotécnica de Pancho Dávila; recuperar una parte de esas tradiciones sin las que, hasta hace unos años, no se podían entender las celebraciones pascuales en los campos terorenses. He elegido, como reza el título, tres recetas y el recuerdo a un Belén que fue famoso durante décadas en la Villa y ya tristemente desmembrado. Gastronomía y cultura, siempre en Navidad (1).
Primera receta de pasteles de carne (Siglo XIX)
“Se toma ¾ kilo de carne de cerdo de hila y ¼ kilo de tocino, se hace trozos y se guisa con 2 cabezas de ajos, un buen puño de perejil, 15 clavos y 15 pimientas negras y un canuto de canela amarradas en un trozo de tela fina y el agua necesaria. Cuando esté bien guisada la carne, se aparta del fuego se separa la carne y se muele con las prevenciones menos la canela, se cuela el caldo y se le añade el agua que falte para completar 5 jarros o sea 2 ½ litro. Se le pone dentro la carne molida, se le maja un poco de azafrán, se le pone 1 ½ libras azúcar u cuando esté hirviendo se hace el escaldón con ¾ de biscocho molido.
Hojaldra (2). Para cada kilo de carne 1 kilo de harina manteca de cerdo un granito de sal y un poquito de vino dulce si se quiere”
Segunda receta de pasteles de carne (Principios del siglo XX)
“2 Kg. Carne mitad grasa y magro.
4 ½ l. agua.
70 clavos – un poco canela rama.
2 cabezas ajos.
Un buen manojo perejil.
5 panes bizcochados mejor de leña.
Azúcar al paladar.
Se pone la carne al fuego con todas las prevenciones y cuando está cocinada la carne se deja reposar un poco y se cuela el caldo. Luego se muele la carne y en un colador grande se estrega el perejil para darle color al relleno.
Se pone el caldo al fuego y cuando hierva se le añade el azúcar al paladar y cuando esté desleída se le añade el pan molido y cernido procurando que no quede la pomada muy dura pues en el horno se seca mucho.
Para ponerlo en el horno se untan las latas con manteca y se forran las latas con un hojaldre”
Tercera receta. La sopa ingenio (Principios del siglo XX)
“Se pone la miel a hervir y se le echa una cáscara de limón, canela, clavos y pimienta negra molida. Cuando está hirviendo se le pone la almendra y más tarde el bizcocho. Cuando (esté en) su punto se separa, se deja esponjar y se echa en los platos” (3)
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Figura antigua de Niño Jesús de Olot. Foto del autor |
Otra de las tradiciones más profundamente implantadas -era la costumbre de escenificar el nacimiento de Jesús y el entorno que le rodeó (con anacronismos que, de simples, llegaban a ser interesantes). Aunque hasta que el abaratamiento de los materiales no permitió su extensión a la totalidad de los hogares, hubo desde el primer tercio del siglo XX un Belén en El Recinto de la Villa que por la calidad de sus pequeñas imágenes, la preocupación por la recreación de pintorescos ambientes y el mimo con que sus propietarios lo cuidaron siempre, merecen un puesto destacado en este recuerdo de vivencias tradicionales de la Navidad terorense. Sus propietarios, la familia Álvarez Suárez, comenzó a formarlo sobre los años 20 gracias a las adquisiciones que poco a poco fue haciendo el canónigo don Miguel Suárez Miranda en la librería que don Rafael Alzola poseía en la calle Peregrina de la capital grancanaria y de las cuales, muchas piezas procedían de los talleres de imaginería religiosa de la ciudad catalana de Olot. Año a año, el censo belenístico fue aumentando y, cuando el canónigo falleció, continuó la costumbre su sobrino y sacerdote don Antonio Álvarez Suárez hasta conformar un Belén de importante entidad y que, ya dividido, poseen hoy los descendientes de esta familia.
Que el 2010, en que celebramos los 250 años de la primera piedra de la Iglesia de Nª Sª del Pino, termine con la crisis, la desilusión y el paro; y la solidaridad, la superación de las desigualdades, la erradicación de la pobreza y el maltrato de género estén un pasito más cerca de su solución.
Y que Teror, la Villa de María y del Pino Sagrado, vaya en este año progresando hacia un futuro de bienestar y cultura para sus habitantes; en el que, parafraseando a Ignacio Quintana Marrero, cada persona que visite la Villa sea un permanente elogio a Teror y a sus muchos atractivos.
1.-Las recetas que siguen proceden de los recetarios familiares de doña Dolores Rivero, esposa del que fuera alcalde de la Villa don José Hernández, y de la familia Henríquez Navarro.
2.- Americanismo en desuso, para nombrar el hojaldre
3.- Como se ve no es una sopa pese al nombre, sino un postre, bastante empalagoso por cierto, pero de verdadera sustancia. Por otros recetarios, las medidas acostumbradas para el mismo eran un litro de miel de abeja, las prevenciones al gusto y, aproximadamente, 1 kilo y ½ de almendra y pan bizcochado molidos mezclados también en proporciones al gusto.
JOSÉ LUIS YÁNEZ RODRÍGUEZ
Cronista Oficial de la Villa de Teror
Crónica escrita en 2010, publicada con permiso del autor
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