CRISTINA LÓPEZ DÍAZ
Tiene su origen este apellido en unos caballeros godos que ayudaron a don Pelayo en sus primeras luchas contra los moros y que edificaron su casa solariega en el lugar de Escadura, partido judicial de Laredo, en la provincia de Santander.
De aquí, pasó al lugar de Ogarrio, del valle de Ruesga, partido judicial de Ramales y a la villa de Colindres, partido judicial de Laredo, donde fundó nuevas casas.
Se extendió después por Aragón, Castilla, Extremadura, Andalucía, Islas Canarias y América.
A la rama extremeña pertenecía Alonso de Alvarado y Ulloa, que era natural de Valverde de Mérida, en la provincia de Badajoz. Fue capitán en las Campañas de Italia y Flandes, luego teniente de la guardia personal de don Juan de Austria, destacándose en la guerra de Granada contra los moros, en la batalla de Lepanto y en Aragón, como cabo de doce compañías.
Por su valentía y sacrificios al servicio del rey, éste lo recompensó con una renta anual de 36.000 maravedíes, concediéndole las tierras de Guareña, también de la provincia de Badajoz. Contrajo matrimonio en Mérida con doña Mariana Camargo y Soto, de la que tuvo cuatro hijos, siendo destinado a Gran Canaria con el cargo de gobernador de la Isla, del que tomó posesión el 3 de abril de 1595.
Luchó con denuedo contra las tropas inglesas que atacaron la isla, venciendo al célebre comandante Francisco Drake, que perdió en la empresa 200 hombres y cuatro de sus mejores oficiales. Esto sucedía el 6 de octubre de 1595.
Pero, aún tuvo que luchar Alonso de Alvarado con otra flota mucho más importante en número de hombres y embarcaciones. Era la del almirante Pieter Vander-Doez, que se presentó ante las costas de la Isleta el 26 de junio de 1599.
En esta batalla, una bala de cañón mató el caballero general y, malherido éste, tuvo que hacerse cargo del mando su lugarteniente y paisano, Antonio Pamochamoso.
Las crónicas de la época elogiaron profundamente la valentía de aquel hidalgo extremeño, que, en sus cuatro años en Gran Canaria, dejó escrita con sangre páginas gloriosas para la historia del país, ya que, gracias a su heroísmo, no se rompió el vínculo de Canarias con la Península.
Mauro Alonso Alvarado murió dos días más tarde de aquella jornada, a consecuencia de las heridas recibidas en el combate. Sus restos reposan en la Catedral de Las Palmas.
Nos habla la historia de otro Alvarado, que fue progenitor de esta familia en Canarias. El capitán don Salvador Alonso de Alvarado, familiar del Santo Oficio de la Inquisición, estuvo casado con doña Isabel de Orellana y Cabrera, hermana de don Andrés de Orellana, sargento mayor y castellano de Acapulco, gobernador de México y canario ilustre.
Su hija doña Petronila Paula de Alvarado y Orellana casó el 4 de octubre de 1671 con don García Manrique de Lara Truxillo Osorio de Vergara, de la Casa y Mayorazgo de su padre, capitán de Infantería española, vendedor y contador general perpetuo de la Gente de la Guerra. Patrono de la Capilla de San Francisco de Paula en la Catedral de Las Palmas, en la cual se bautizó el 8 de Agosto de 1650.
Por esta alianza encontraron en la de Manrique, la Casa y Vínculos fundados en 5 de agosto de 1734, ante Lorenzo Rodríguez Gómez, por don Pedro de Alvarado y Orellana, capitán de Caballo de Carroza, alcalde del Castillo principal de Nuestra Señora de La Luz y Alguacil Mayor del Santo Oficio de la Inquisición, hermano de doña Petronila.
Varios caballeros de este linaje ingresaron en la Orden de Santiago. Don Cristóbal y don Diego de Alvarado Bracamonte, marqués de la Breña, en 1679. Natural de La Laguna en Tenerife, ingresaron en la Orden de Calatrava en 1664. Otros probaron su nobleza en la Real Chancillería de Valladolid.
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