domingo, 27 de abril de 2008

DOMINGO RIVERO GONZÁLEZ (1852-1929)

EUGENIO EGEA MOLINA

Poeta de creación tardía que llevó su silencio, discreción y modestia a su breve obra, conocida muchos años después de su fallecimiento

Natural de la ciudad de Arucas (Gran Canaria), donde ve la luz el 23 de marzo de 1852.
Sus padres fueron Juan Rivero Bolaños y Rafaela Mª González Castellano; siendo primo hermano del escritor y apóstol del árbol Francisco González Díaz, y tío abuelo del poeta del Atlántico Tomás Morales Castellano, al que admiraba y resaltó en sus poemas (“y acaso el nombre de poeta sea / más grato para ti, junto al de hermano.”)
Los primeros estudios los realizó en el Colegio San Agustín, institución de referencia en la formación de la intelectualidad isleña del momento. Entre 1870-1873, tras una breve estancia en París, se traslada a Londres donde entró en contacto con la literatura inglesa, incluso tradujo algún poema. En años posteriores (1871-1881), realizó estudios de derecho en Sevilla y Madrid.
De vuelta a su isla natal, se inscribe en el Colegio de Abogados y en 1884 obtiene una plaza de registrador de la propiedad. En 1886 ejerce como relator de la audiencia, hasta el año 1904 en que es nombrado secretario.
En el año 1885, se casó con Mª de las Nieves del Castillo-Olivares Fierro, con la que tuvo siete hijos.
Su dedicación poética aparece tardíamente (“y nació, triste y tardía, la flor de mi poesía”) a sus 47 años y ya empezado el siglo XX, a partir de aquí y durante unos pocos años publica algunos pocos sonetos en la prensa.
Su obra no aparece recogida en libro hasta unas décadas después de su fallecimiento, gracias a la labor recopilatoria del escritor y profesor Eugenio Padorno. En esto tuvo mucho que ver su modestia y discreción:
“Nunca aspiré a la gloria, ni me atrajo / de la fama estruendo, / ni soñé que mi nombre / pueda en su libro recoger el tiempo. / De esa ambición mi corazón no sabe.
Asimismo, hace esta declaración en “A mis versos”:
“No será. Unió nuestra suerte / del dolor la excelsitud: / tendremos la misma muerte / y ¡ojalá! el mismo ataúd”.
Por todo ello, Domingo Rivero es un poeta desconocido no sólo en las islas sino en todo el territorio español. Uno de sus poemas es de gran belleza y calidad, el titulado “YO, A MI CUERPO”:
¿Por qué no te he de amar, cuerpo en que vivo?;
¿por qué con humildad no he de quererte,
si en ti fui niño, y joven, y en ti arribo,
viejo, a las tristes playas de la muerte?
Tu pecho ha sollozado compasivo
por mí, en los rudos golpes de mi suerte;
ha jadeado con mi sed, y altivo
con mi ambición latió cuando era fuerte.
Y hoy te rindes al fin, pobre materia,
extenuada de angustia y de miseria.
¿Por qué no te he de amar? ¿Qué seré el día
que tú dejes de ser? ¡Profundo arcano!
Sólo sé que en tus hombros hice mía
mi cruz, mi parte en el dolor humano.

En el mes de septiembre de 1929, murió en Las Palmas de Gran Canaria.


ANTOLOGÍA SOBRE DOMINGO RIVERO:
- Eugenio Padorno. En el dolor humano. Ed. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (1998, reed. 2002).
- Francisco Brines. Domingo Rivero. Yo, a mi cuerpo. Edit. Acantilado (2006)
- Antonio Becerra. Domingo Rivero. Antología Poética. Edit. Anroart


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