martes, 8 de enero de 2008

LOLITA PLUMA (1904-1987)

EUGENIO EGEA MOLINA

Personaje popular ligado al Parque de Sta. Catalina, símbolo de la libertad y la decrepitud, atracción y musa del turismo, así como protectora y amante de los animales.
Entrañable y querida por todos.

Tuvo por nombre el de Mª Dolores Rivero Hernández, llegó a este mundo el 4 de marzo 1904, accidentalmente en La Isleta, pues su familia procedía de Arucas.
Sin embargo, este nombre no dice nada. Llevó con orgullo, y más que dignidad, el de un personaje querido, misterioso y entrañable de nuestra ciudad: Lolita Pluma, “nuestra Lolita Pluma”.
Personaje, donde los haya: exponente del surrealismo y el esperpento inclaniano, musa involuntaria y Señora con corte del Parque Sta. Catalina y sus aledaños.
Estaba marcada por la decrepitud y la humanidad; rodeada de una aureola de incertidumbre y misterio que no podía pasar desapercibida.
Sus orígenes daban paso a las más pintorescas y variadas leyendas acerca de su origen o de su situación: proveniente de familia acaudalada que no entendió de sus enamoramientos, abandonada por un hombre que la sumió en un mal de amores, su renuncia a los bienes materiales…
Vestía de forma estrafalaria y extravagante, con el pelo lleno de cintas de colores, su cara pintada en exceso con carmín rojo chillón en su boca y mejillas, ojos trazados con largas rayas, traslucía en su sonrisa sus encías sonrosadas sin diente alguno.
En sí misma, se convirtió en una atracción que no pasaba desapercibida. Era una mezcla de libertad, decadencia y humanidad. Vivió un momento en que era imposible ser diferente y no seguir las normas. Sus múltiples arrugas en la piel, dibujadas por el dolor y el pesar, se negaba a esconderlas.
Inseparable del Parque de Sta. Catalina, Catalina Park del apogeo del turismo en Las Palmas de Gran Canaria, por donde transitaba acompañada de sus verdaderos y fieles amigos: los gatos. Por ahí paseaba vendiendo chicles y fotografiándose por los turistas que la inmortalizaron por todo el mundo.
Murió el 21 de febrero de 1987, en el Hospital Insular de Gran Canaria.
Una escultura, en el parque santa Catalina, la recuerda y traspasa el tiempo.
Nuestro cantante Braulio la inmortalizó en una canción:
Por el Santa Catalina / ella va de esquina a esquina / como una reina en su corte / atendiendo al personal / y encendiendo fantasías por el lugar.


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