sábado, 29 de diciembre de 2007

EL BAILE DE LOS ENANOS

CRISTINA LÓPEZ DÍAZ

El último domingo de junio, los romeros ataviados con los trajes tradicionales de la isla de La Palma, bajan desde el santuario del monte y por el camino del Planto las 42 piezas de plata que componen el trono de la Virgen de las Nieves, Patrona de la isla de La Palma, entregándoles en la iglesia de El Salvador, refugio de la imagen durante su estancia en la ciudad.
Con la bajada del trono comienza en Santa Cruz de La Palma la Semana Chica, en la que se celebran actos como la Pandorga, un desfile nocturno de faroles de papel con luz de velas de múltiples colores y formas (estrellas, dragones, automóviles...) que, llevados por niños, recorren el centro de la ciudad a los sones de la banda de música.
En la Semana Grande de la Bajada de la Virgen, que comienza el segundo domingo de julio, intervienen los mascarones (gigantes y cabezudos), que simbolizan personajes como la bruja, la luna de Valencia y el Biscuit.
El miércoles es el día destinado al Minué o Danza del siglo XVIII, que sustituye a la Danza de Niños desde 1945, es la Danza de los Enanos. El acto está dividido en dos partes:
En la primera parte del acto, los danzantes representan cualquier personaje (monjes, japoneses, marinos, astrónomos, peregrinos, viejos, estudiantes, frailes, dominicos, atenienses...), mientras bailan y cantan, variando la letra y la música en cada edición.
Posteriormente, los danzantes entran por una puerta y salen por otra, transformados en enanos en cuestión de segundos, al tiempo que inician un baile rápido al ritmo de la banda de música municipal de San Miguel.
La polka que acompaña la Danza de los Enanos en la segunda parte es, desde 1925, siempre la misma y fue creada por el compositor palmero Domingo Santos Rodríguez. De la plaza de Santo Domingo, la comitiva de enanos se traslada a las calles de Santa Cruz de La Palma, donde continúan bailando durante toda la noche, hasta que los primeros rayos del sol de naciente se reflejan en los mástiles del barco de la Virgen, en La Alameda, el último de sus escenarios, hasta dentro de cinco años.
Si nos remontamos al siglo XVI, Obispo de Canarias don Diego de Deza y Tello ordenó el 19 de agosto de 1558 que en la fiesta de Corpus se iniciara la piadosa costumbre de hacer un teatro en la misma puerta de la iglesia de El Salvador donde se entronizara al Santísimo Sacramento y allí se llevase a cabo dignamente las representaciones, danzas y regocijos en su honor.
De esa forma, surge la figura de una Gigantes que actuaban junto a 'cabezudos y enanos' como se hacía tradicionalmente en algunos pueblos y ciudades peninsulares. Así, por el Siglo de las Luces, aparecieron en las entrañables fiestas palmeras unas figuras regordetas y fachosas que satirizaban, a las personalidades de la época y a las altas instituciones, todo ello envuelto en el más socarrón y exquisito buen humor.
Posteriormente, el Obispo de Canarias, Fernando Suárez de Figueroa , censura este tipo de actos en las iglesias palmeras a finales del siglo XVI, pero nunca dejaron de representarse en los festejos, aunque haciéndolo en lugares públicos.
Con motivo de la proclamación de Isabel II como reina, el sacerdote Celestino del Castillo Martín (1817-1874) escribe el 27 de diciembre de 1833 que a las ocho, además de la iluminación, empezó en las plazas y calles un graciosísimo baile de seis enanos y otras tantas enanas vestidas a la española antigua y terminó a medianoche, considerándose el primer documento conocido sobre La Danza de Los Enanos se conserva en el archivo particular del cronista de la capital palmera .
Hoy se celebran dentro de las Fiestas Lustrales de la isla Bonita.


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